Tarde pero seguro. El pasado 10 de noviembre se conmemoró en la Argentina un nuevo Día del Dibujante, festejo instalado por la Asociación de Dibujantes argentinos en la década del 40.
Ese mismo día coincide con el fallecimiento del gran Alberto Breccia ocurrido en 1993, por lo que este año se cumplieron dos décadas.
Es entonces un buen momento para recuperar algunas memorias del gran dibujante de mataderos.
Breccia de nuevo recuperado
Por Juan Sasturain
Hace unos años –tres o cuatro–, en circunstancias de las que me
gustaría acordarme puntualmente mejor, me cité a la vuelta de mi casa, en el
café La Puerto Rico, con un español de paso por estas saqueadas costas, que
–según dijo– tenía para vender originales de distintos dibujates argentinos de
historietas y suponía que yo podía opinar algo (si no comprar: no colecciono)
sobre posibles interesados. Era o se presentaba como un intermediario.
Me acuerdo muy poco de lo que charlamos ese mediodía y apenas de lo no
mucho que me mostró en la pantalla de su pequeña y por entonces modernísima
computadora. Es que de golpe, me quedé absolutamente sorprendido: me estaba
mostrando, una a una, diez páginas que reconocí enseguida.
–¿Y esto?
–Es Alberto Breccia.
–Ya sé.
Y ahí, al verme interesado, me explicó que se trataba de una obra de
Breccia de los años ochenta o antes; el comienzo de una serie sin título de la
que –como yo podía observar– se conservaba solamente el lápiz, ya que el
artista nunca la había pasado a tinta. Era un trabajo notable, empezó a
explicar.
–La conozco –lo corté impaciente–. ¿Y quién vende esto?
–Un coleccionista inglés.
–Qué hijo de puta...
Se me escapó.
Es que lo que tenía ahí en pantalla o –mejor dicho– los originales que
alguien había escaneado para ponerlos a la venta internacional se suponía (yo
suponía) que estaban, junto a muchos, centenares de otros, en Buenos Aires, en
el lugar en que estaba depositada “toda” la obra del Viejo desde hacía tantos
años esperando quién sabe qué.
–¿Le interesa? –dijo el tipo.
–Claro: me interesa saber cómo esto llegó hasta ahí. Esa historieta
tiene nombre, se llama El Dibujado y la escribí yo.
Breccia:
Mataderos de memoria
Por Juan Sasturain