Pocas cosas hay ciertas en este mundo. Afortunadamente. La sorpresa de encontrarnos frente a aquello que está por venir es uno de los motores que nos impulsan a seguir vivos. También es uno de los mecanismos del arte en cualquiera de sus expresiones. Es por eso que cuando uno se predispone a ver un producto nuevo surgido del maravilloso mundo animado del Estudio Ghibli se posiciona frente a una paradoja. Uno sabe a ciencia cierta que va a presenciar algo maravilloso, y eso debería quitarle un poco de magia al asunto, pero a su vez no puede dejar de sorprenderse ante lo magnífico del resultado. Ocurre con cada largometraje de Ghibli y por supuesto ocurre con su última producción: "Arrietty y el mundo de los diminutos"("Karigurashi no Arietti").
Basada en la novela "The Borrowers" de la escritora británica Mary Norton, la historia
nos presenta a la jóven Arrietty y a su familia (padre y madre) unos seres humanos diminutos que viven en una casa oculta bajo las tablas de una mansión campestre. La tranquila vida del reducido grupo familiar se verá amenazada cuando en una de las excursiones a la mansión (de donde los diminutos consiguen sus víveres) la joven es descubierta por Sho, un adolescente que debido a su frágil estado de salud se establece temporalmente para descansar en la casa.
La puesta en peligro del status quo familiar obliga a la familia a replantearse la situación a la vez que entre Sho y Arrietty se forja una bella amistad.
La dirección de esta cinta cayó sobre uno de los animadores mas jóvenes Ghibli: Hiromasa
Yonebayashi. Mientras que el guión y la planificación es obra del fundador del estudio, el genial Hayao Miyazaki.
Estrenada en Japón a fines del año pasado, Arrietty logró una excelente recaudación lo que consiguió aliviar la comprometida situación económica del estudio cuyo anterior proyecto "Ponyo" no fue tan exitoso como se esperaba.
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