De Superhéroes Emocores y Policías Judíos














The Umbrella Academy
El mundo después del 2001 da para todo. Como que el comic más esperado del 2007 fue una pieza de lujo, con portadas del increíble James Jean y con la historia escrita por el líder del grupo favorito de los emo, My Chemical Romance, Gerard Way. El título es UMBRELLA ACADEMY, editado por los demonios de Dark Horse.¿Cuál es el punto? Primero, que la historia de este comic en si es la confirmación de que hoy un buen argumento parece que debe ser coral (miren Lost, vean Heroes, atentos a Cloverfield) y que su contenido debe apelar a los cruces y mestizajes más salvajes que la mente pueda aguantar. Una especie de constante ejercicio de la esquizofrenia, con una libertad propia de los delirios y con una lógica que invierte la estructura tradicional de la fantasía: antes un mundo normal sufría la irrupción de lo fantástico. Ahora un mundo con leyes y locuras propias de juego de rol vive tramas de mundo normal, relaciones entre parejas, amistades perdidas, conflictos padre e hijo, hermano mayor y menor, etc. En un contexto al borde de lo irreal.

En este punto volvemos a UMBRELLA ACADEMY, a Gerard Way y a la pseudociencia. Ese “cuerpo de conocimiento, metodología, creencias o prácticas que dicen ser científicas, pero que no adhieren al método científico y que carecen de respaldo o plausibilidad”. El aspecto más exhuberante de la pesudociencia es un atado de locuras descabelladas increíbles, las investigaciones “serias” de gente que dice tener evidencia de los programas gubernamentales de control mental, aquellos libros que hablan de los programas espaciales de los nazi, o del calentamiento global como una estrategia para convertir a la Tierra en un medio ambiente propicio para extraterrestres, o de investigadores que “descubren pruebas irrefutables” de que la antártida es en realidad la Atlántida congelada, y que el mismo calentamiento global no es más que una estrategia para descongelarla y saquear sus tesoros tecnológicos.

UMBRELLA ACADEMY hace suyos estos principios y recoge viajes a Marte secretos realizados en la década del ‘30, implantes de animales en humanos y cirugías secretas, operaciones gubernamentales encubiertas para viajar en el tiempo, aliens en posiciones de poder mundial, monstruos tipo Lovecraft desde otras dimensiones, etc. Toda una galería de freakerio que ya había puesto en el tapete Mike Mignola en sus series Hellboy y B.R.P.D., también de Dark Horse, donde campeaban sin problemas máquinas nazi potenciadas por magia y electricidad para abrir portales dimensionales; las teorías del hielo de Horbiger o de la tierra hueca de John Cleves Symmes (que planteó una teoría que, en su desarrollo más descabellado, dice que habitamos en el interior de la Tierra, que realmente es hueca y que tiene un sol central). Gerard Way sabe hacer suyos estos criterios y aplica picota en una mina que aún no ha sido explotada del todo, al menos en la literatura. En los libros de pseudociencia hay argumentos increíbles para desarrollar historias delirantes y limítrofes por montones. Gerard Way, en la misma línea, plantea que Gustav Eiffel contruyó la famosa torre que lleva su nombre como la estructura de una nave espacial presta a despegar, pilotada por un zombie cyborg réplica de él mismo con tecnología secreta adelantada para la época. La cabeza de cualquiera se revuelve con estas locuras. Pero la verdad es que es magma puro saliendo desde el inconsciente colectivo, aún sin trabajar, disponible. Sólo faltan los locos que presten oídos a esos otros locos y hagan la alquimia necesaria para reconvertir ese magma en oro puro.



Michael Chabon. El detective errante
Por Martín Pérez

Cuando Michael Chabon empezó a hacerse famoso en los Estados Unidos, la crisis de 2001 prácticamente impidió que sus libros se difundieran aquí. Por eso, El sindicato de policía yiddish, donde los códigos del policial negro se trasladan a un imaginario condado judío de Alaska, bien puede considerarse su primer contacto real con el lector argentino.

Un adicto a la heroína aparece muerto en un hotel de mala muerte. No sería una noticia que llame demasiado la atención, si no fuese porque la muerte no es por sobredosis, sino por un pulcro disparo en la nuca. Y porque ese hotel de mala muerte es lo más parecido a un hogar que en sus últimos desastrosos nueve meses ha tenido el inspector Meyer Landsmann, que decide asumir el asesinato casi como si fuese algo personal. Un ajedrez de bolsillo sobre la mesa de luz completa la escena del crimen, lo que termina de estrechar los hasta entonces inexistentes vínculos entre el inspector y la víctima. Porque el juego ciencia está íntimamente ligado con su historia familiar, punto de partida para el personal pozo sin fondo de Landsmann, en el que se debate en un estupor alcohólico y emocional desde su separación. Algo que sucede cuando todo lo que conoce parece a punto de desaparecer y caer en un similar pozo sin fondo. Y lo único que parece tener sentido es lo único que Landsmann aún parece saber hacer: resolver un homicidio.

Ese es el motor que pone en funcionamiento esa fascinante proeza literaria que es El sindicato de policía yiddish, la última novela del escritor norteamericano Michael Chabon, en la que los códigos de la serie negra se aplican a un imaginario distrito judío ubicado en Alaska, desplegando una realidad paralela como desgajada escenografía –cuyo dato más relevante es que luego del final de la Segunda Guerra Mundial nunca pudieron asentarse en Israel– para intentar develar un misterio de carácter místico, pero que también bordea la locura religiosa, y terminará construyendo una feroz sátira contra la realidad política mundial del 11 de septiembre del 2001 en adelante. Pero aunque semejante descripción amenace con una novela llena de largas parrafadas declamativas y/o explicativas, lo que en cambio enhebra Chabon es el melancólico retrato de un policía que no está en su mejor momento, pero al que la inercia de su oficio lo lanza a la aventura en un extraño policial negro que, como suele suceder con el género, encuentra su principal sustento en la meticulosa construcción de sus personajes. Y la verdad es que durante las más de 400 páginas de El sindicato de policía yiddish, no sólo el triste, terco, alcohólico y mugriento Meyer Landsmann es más importante que cualquier necesario malabar para crear el mundo paralelo en el que transcurre su historia (con detalles que apenas si se dejan caer aquí o allá), sino que el otro gran protagonista de la historia, el imaginario distrito federal ártico, judío y a punto de caducar de Sitka, termina siendo –gracias a la portentosa prosa de Chabon– más real que el mundo en el que ocasionalmente se encuentre el lector al recorrer las páginas de la novela.

El sindicato de policía yiddish
Michael Chabon

La buena, la mala y la fea.

















Carrie Bradshaw en "Sex and the city" interpretada por Sarah Jessica Parker.
Patty Hewes en "Damages" a cargo de Glenn Close.
Betty Suarez en "Ugly Betty" encarnada por America Ferrera.

¿Así eran, realmente, las solteras de treinta años?
La primera serie actual sobre mujeres solteras que hablan de sexo y de feminismo tuvo seis temporadas y sigue siendo un icono de los 90.

¿Dónde está la gracia de Sex and the city Quiero decir, si eres hombre; porque las mujeres es posible que tengan con el producto una relación más cercana. Yo creo que la gracia está en ver cómo nuestras novias, nuestras esposas, nuestras amigas, creen que ellas son o han sido así alguna vez. Como las cuatro solteras de Nueva York. La gracia está en sospechar quién suponen ellas que son, a quién se parecen.
Si a Carrie, la soltera romántica e inteligente, alocada y sagaz; o a Samantha, una especie de putona sutil y chupalotodo, pero empresaria y también con necesidad de mimos; o a la virginal y casamentera Charlotte, capaz de cualquier sacrificio con tal de tener un marido y la cena preparada a tiempo; o a Miranda, la pelirroja realmente independiente, asqueada del amor conyugal y madre soltera.

Visto en: http://blogs.elpais.com/espoiler/sex_and_the_city/

Damages, la mejor Glen Close
Después de ver los cinco primeros episodios de Damages, la serie con Glenn Close como una abogada manipuladora y sin escrúpulos (riete de James Woods en Shark), he decidido que ésta es una de las mejores series que he visto en mucho tiempo y hasta me fastidia no haberla descubierto antes. Por favor que alguna cadena la compre ya. Es necesaria. Lo bueno de esta serie es que se centra en un solo caso legal, pero qué caso. Se enreda que da gusto y hay personajes secundarios muy buenos (los actores son caras conocidas). Glenn Close (muy a lo Meryl Streep en El diablo viste de Prada) se enfrenta a un Ted Danson de pelo blanco y pinta de cabrón.
Visto en: http://yonomeaburro.blogspot.com/2007/09/damages-la-mejor-glenn-close.html

¿Qué hace que Ugly Betty sea diferente?
Para empezar, Betty es un personaje rico en matices. La complejidad se debe en parte a que un personaje de culebrón de prime time tiene un desarrollo más amplio que un personaje de culebrón de sobremesa pero, además, la descontextualización de Betty, la que la separa del ambiente en el que tiene que estar,no viene sólo por el aspecto o la condición económica, Betty sufre también una marginación evidente por su origen latino. Por otro lado, su origen da opción a que haya un núcleo familiar amplio que le sirve de apoyo y que la acompaña en sus aventuras, a diferencia del resto de personajes de la serie, que están todos bastante solos.
Ugly Betty funciona como una comedia aunque su estructura interna responda más al drama. Los personajes son todos una pandilla de frikis que consiguen alejar la serie de la trascendencia de las situaciones que se narran. La serie es una inteligente parodia del genero del que se alimenta y hasta los detalles más mínimos confirman que hay una clara intención de desdramatizar, de reírse de los lugares comunes del género y de renovar el concepto de culebrón.
Por último, la estética de la serie es totalmente kitsch y me recuerda en muchos aspectos a una serie de dibujos animados, desde los colores chillones de los decorados y del vestuario hasta el perfil de los malos, paródicos y exagerados. En este contexto burlesco encajan los dos elementos clave que marcan la serie: la telenovela que sigue la familia de Betty, protagonizada por Salma Hayek, y el programa de corazón que ven en la tele. Dos parodias dentro de la parodia, un fantástico ejercicio de metatelevisión y dos elementos cruciales que hacen avanzar la historia de una manera creativa, evitando secuencias innecesarias y relacionando la prensa rosa y los culebrones como unos géneros que hay que renovar o de los que hay que reírse.
Visto en:
http://www.vayatele.com/2008/03/20-que-hace-que-ugly-betty-sea-diferente

Para ver:
"Sex and the city" The Movie. En cartel
"Damages". Martes 21hs. Axn
"Ugly Betty". Jueves 22hs. Sony
"Ugly Betty" .Tan pegadiza como el tema de Mika
"Hey Betty. You are Beautiful"


Salvador Sanz







"Catzole" fué, en los recordados años noventa, una de las revistas independientes de historietas mas populares de la Argentina. Dentro del gran staff de artistas que nutrían sus páginas se destacaba uno que la rompía con una oscura historia serializada a través de los números. La historieta en cuestión era "Desfigurado" y el artista del que hablo Salvador Sanz.
Catzole llegó a su final, como tantos otros proyectos, al alba del siglo 21 pero la carrera de Salvador mo podía permanecer quieta. Dueño de un estílo único y depurado y amante de la fantasía, el terror y la ciencia ficción el salto al fílmico era casi tan inevitable como el apocalípsis de sus historias. En 2004 junto a Nahuel Rando crean la increíble "Gorgonas" y ganan el premio de pùblico y mejor corto argentino en el Festival Rojo Sangre.
Sanz sigue su marcha: en el 2006 sale a la luz "Legión" publicada por editorial "Ivrea" en Argentina y por "IDW" en los Estados Unidos y en el 2007 la recopilación de "Desfigurado" vía "Ex Abruto"
Por estos dias Salvador Sanz publica por entregas y desde hace un año "Nocturno" todos los meses en las páginas de la revista "Fierro"


"Gorgonas" Parte uno.
Parte dos