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 Si este verano pensas tomarte todo Enero para ir a la playa, tomar sol, salir por la noche y dormir ha sta las tres de la tarde la vas a pasar bárbaro. Pero si sos del tipo que odian a los turistas, odian al sol y odian a los borrachos de Alem... También la vas a pasar bárbaro!
sta las tres de la tarde la vas a pasar bárbaro. Pero si sos del tipo que odian a los turistas, odian al sol y odian a los borrachos de Alem... También la vas a pasar bárbaro!





Lanzamientos recomendados de algunas editoriales argentinas para estas fiestas.
Poco material original y muchas recopilaciones de material clásico a precios económicos.
Macanudo 6. Primer lanzamiento de "La Editorial Común", propiedad de Ricardo "Liniers" Siri. Con la original idea de una primer tirada de 5000 ejemplares pintados a mano por el autor. A solo $35.
"Historietas Argentinas", la editorial de Javier Doeyo sigue con la cruzada de rescatar materiar argentino de cálidad ( y algún que otro manga impresentable). De lo último editado, lo mejor: "El loco Chavez" de Trillo y Altuna, recopilando el material reeditado para publicar en España. $20
"Gilgamesh, el inmortal" de Lucho Olivera, el clásico publicado en los setentas y ochentas en la revista "D'artagnan" $25
Y la joya de la colección: "El Peregrino de las Estrellas" de Trillo y Enrique Breccia. $30.
"Puro Cómic" de Rosario sigue editando lo mejor del autor rosarino mas popular: Eduardo Risso. Entre lo mejor: "Borderline" con (otra vez) Trillo y "Parque Chas" con el loco Barreiro. De $18 hasta $24.
"Ivrea" por su lado recopila en un solot tomo a color un clásico juvenil de fines de los 90. Todo "Cuatro segundos" de Feliciano Zechín y Alejo Valdearena a $35.
Y "Deux" para no ser menos le contesta con otra aplanadora: "La Biblioteka del Cazador" de Olivetti, Lucas, Cascioli y Ramirez. El primer tomo de 208 paginas recopilando los primeros números a blanco y negro. $25
Así que ya saben, a gastarse unos mangos en historieta argentina!!!
 “Final crisis” En su capitulo inicial nos presenta a “Anthro, el primer muchacho” de DC. Comics, personaje poco conocido de la editorial que es rescatado del olvido por Grant Morrison. De esta manera será Anthro, quien desde las primeras páginas de la saga, sea el iniciador de la epopeya más grande -de todos los tiempos- que deberán afrontar los superhéroes de la editorial.
“Final crisis” En su capitulo inicial nos presenta a “Anthro, el primer muchacho” de DC. Comics, personaje poco conocido de la editorial que es rescatado del olvido por Grant Morrison. De esta manera será Anthro, quien desde las primeras páginas de la saga, sea el iniciador de la epopeya más grande -de todos los tiempos- que deberán afrontar los superhéroes de la editorial. asistimos a la primera gran intertextualidad artística de Grant Morrison –tópico a los que nos tienen acostumbrados en su obra - que le permite vincular reminiscencias de otros géneros artísticos como la literatura, la pintura y en este caso el cine…a todo aquel que todo lo manifestado en la introducción le remita la sensación de aquellos huesos volando, que gracias a la magia del cine se transfiguran en una en una estación espacial de “2001:Odisea en el espacio” comprenderá que es una alusión apropiada para revelar todo lo que tendrá lugar a continuación. Quizas, Grant Morrison, al investigar la obra más trascendental de Kubrick, pretende motivar una profunda observación de los fundamentos que determinan su “propia obra”. Grant Morrison es un autor que recurre al tema de la transformación y lo transcendente – todo aquello que dejara una huella y cambiara el modo de “ser y ver” las cosas para siempre-. Anthro ha manipulando el fuego “el regalo de los dioses”, y por lo tanto, ha transformado su mundo.
asistimos a la primera gran intertextualidad artística de Grant Morrison –tópico a los que nos tienen acostumbrados en su obra - que le permite vincular reminiscencias de otros géneros artísticos como la literatura, la pintura y en este caso el cine…a todo aquel que todo lo manifestado en la introducción le remita la sensación de aquellos huesos volando, que gracias a la magia del cine se transfiguran en una en una estación espacial de “2001:Odisea en el espacio” comprenderá que es una alusión apropiada para revelar todo lo que tendrá lugar a continuación. Quizas, Grant Morrison, al investigar la obra más trascendental de Kubrick, pretende motivar una profunda observación de los fundamentos que determinan su “propia obra”. Grant Morrison es un autor que recurre al tema de la transformación y lo transcendente – todo aquello que dejara una huella y cambiara el modo de “ser y ver” las cosas para siempre-. Anthro ha manipulando el fuego “el regalo de los dioses”, y por lo tanto, ha transformado su mundo.
Al ritmo de la hermosa "Take a Bow" de Muse ("What we've become is contrary to what we want")
El último trailer de " Watchmen"

 El mundo de Watchmen no es un mundo de tebeo, sino de ciencia-ficción, quizá el cruce perfecto entre Dick, Maquiavelo y Orwell. Watchmen es mucho más que la típica docena de comic books dispersos que van dando bandazos hasta una conclusión más o menos apresurada: Watchmen es una novela pensada y meditada desde la primera viñeta hasta la última. Un ejercicio de desquite quizás, de nostalgia eliminada (y es significativo que el perfume que Ozymandias publicita se llama así, Nostalgia), la creación de todo un mundo de ficción que va a ser quemado, literalmente, en el último tebeo de la serie. Alan Moore plantea su historia como una cabalgada libre, la exploración total y absoluta del comic como medio y de los supuestos superhombres como asunto temático, y lo hace sin frenos, sabiendo que al sacrificar la continuidad y la comercialidad de los personajes (y ahí tenemos el penoso estirar y estirar de otros héroes a lo largo de las décadas) iba a crear un equivalente tebeístico a esos lugares de ensueño que sólo la literatura había sabido entregar hasta ese momento, llámense Macondo, el 221b de Baker Street o Tierra Media.
El mundo de Watchmen no es un mundo de tebeo, sino de ciencia-ficción, quizá el cruce perfecto entre Dick, Maquiavelo y Orwell. Watchmen es mucho más que la típica docena de comic books dispersos que van dando bandazos hasta una conclusión más o menos apresurada: Watchmen es una novela pensada y meditada desde la primera viñeta hasta la última. Un ejercicio de desquite quizás, de nostalgia eliminada (y es significativo que el perfume que Ozymandias publicita se llama así, Nostalgia), la creación de todo un mundo de ficción que va a ser quemado, literalmente, en el último tebeo de la serie. Alan Moore plantea su historia como una cabalgada libre, la exploración total y absoluta del comic como medio y de los supuestos superhombres como asunto temático, y lo hace sin frenos, sabiendo que al sacrificar la continuidad y la comercialidad de los personajes (y ahí tenemos el penoso estirar y estirar de otros héroes a lo largo de las décadas) iba a crear un equivalente tebeístico a esos lugares de ensueño que sólo la literatura había sabido entregar hasta ese momento, llámense Macondo, el 221b de Baker Street o Tierra Media.  Doctor Manhattan y lo aparta de la línea del tiempo provoca que los americanos venzan sin problemas en la guerra del Vietnam, Alan Moore pone en solfa la utopía, el vigilantismo y el idealismo, encarnados en ese bienhechor sin escrúpulos que es Adrian Veidt/Ozymandias, un experto en marketing y relaciones humanas, el hombre más inteligente del mundo y quizás también, por tener un sueño desbocado, el más peligroso del planeta. Los detalles que crean ese mundo distinto salpican todas las viñetas, repitiéndose con puntualidad milimétrica y llenando de lecturas y dobles lecturas cada nueva visitación a la historia: los coches son eléctricos, los zapatos peculiares, el tabaco ha sido desterrado en favor de unas bolitas de cristal de sospechoso parecido con el crack, Richard Nixon es presidente casi perenne de los Estados Unidos, Robert Redford se presentará a las elecciones siguientes, los tebeos de superhéroes no existen, Gungha Diner es la cadena de comida basura en lugar de McDonald´s, y la humanidad al borde de la conflagración nuclear definitiva se unirá frente a la amenaza venida del espacio, pero menos, que un grupo de científicos, diseñadores y hasta dibujantes de historietas han creado en secreto para lanzarla sobre Times Square y provocar, por la fuerza, un sentimiento de unión contra lo
Doctor Manhattan y lo aparta de la línea del tiempo provoca que los americanos venzan sin problemas en la guerra del Vietnam, Alan Moore pone en solfa la utopía, el vigilantismo y el idealismo, encarnados en ese bienhechor sin escrúpulos que es Adrian Veidt/Ozymandias, un experto en marketing y relaciones humanas, el hombre más inteligente del mundo y quizás también, por tener un sueño desbocado, el más peligroso del planeta. Los detalles que crean ese mundo distinto salpican todas las viñetas, repitiéndose con puntualidad milimétrica y llenando de lecturas y dobles lecturas cada nueva visitación a la historia: los coches son eléctricos, los zapatos peculiares, el tabaco ha sido desterrado en favor de unas bolitas de cristal de sospechoso parecido con el crack, Richard Nixon es presidente casi perenne de los Estados Unidos, Robert Redford se presentará a las elecciones siguientes, los tebeos de superhéroes no existen, Gungha Diner es la cadena de comida basura en lugar de McDonald´s, y la humanidad al borde de la conflagración nuclear definitiva se unirá frente a la amenaza venida del espacio, pero menos, que un grupo de científicos, diseñadores y hasta dibujantes de historietas han creado en secreto para lanzarla sobre Times Square y provocar, por la fuerza, un sentimiento de unión contra lo  extraño y desconocido. Veidt gana así la partida y lo único que le faltaba por ganar, el dominio del miedo en todo el planeta... siempre y cuando la prensa libre (y paradójicamente ultraderechista) se lo permita.
extraño y desconocido. Veidt gana así la partida y lo único que le faltaba por ganar, el dominio del miedo en todo el planeta... siempre y cuando la prensa libre (y paradójicamente ultraderechista) se lo permita.