El arte en la sangre

El arte en la sangre.
Este espacio debería deambular por los lugares acostumbrados de la recomendación crítica, mal y bien intencionada, de quién suscribe estas líneas. “Que esto hay que ver, que aquello no, etc.” Por esos caminos clásicos hubiera transcurrido la columna del día de hoy a no ser que me hubiera topado con cierta declaración de Keith Richards de hace algunos días y con la obra de una artista que bien vendría a completar el círculo del comentario de hoy. El viejo Richard hacía unas declaraciones a principios de Abril a la revista NME acerca de cierta ocasión en la que había mezclado las cenizas de su padre (recientemente fallecido) con cocaína y las había aspirado ( ¿¿ ¡¡¡¡ ??? ) El segundo de los Stones, cuya anterior aparición en los medios había sido de cuando se cayó de una palmera, se encargaba de aclarar días después que todo se había tratado de una broma de “April’s Fool” mal entendida, algo así como nuestro Día de los Inocente.
Quizás inspirada por el amigo de Jagger o vaya a saber por que otras sustancias, Nadine Jervais ha creado sus “Carbón Copies” . Lápices hechos con las cenizas y el carbón de los restos humanos. Una manera de perdurar a partir de un objeto utilitario y de uso cotidiano como un simple lápiz con nombre y fecha de defunción incluidos en uno de sus lados. De cada cuerpo incinerado se consiguen alrededor de 250 lápices, asevera Nadine.
Otros artistas también han experimentado con el cuerpo sin vida como recipiente plástico.
Del gran país del norte nos llegan las torturadas obras de Joel Peter Witkin, un fotógrafo que supo cubrir la guerra de Vietnam en la década del sesenta y que luego ancló su repertorio en la fotografía artística reclutando sus modelos entre los cadáveres de la morgue de México, miembros amputados, enanos de circo, transexuales y hermafroditas.
El gran exponente del grotesco mórbido Inglés es Damien Hirst , Enfant Terrible de los años 90 y líder del grupo de los "Young British Artists" (o YBAs). Con un gran despliegue mediático siempre girando en torno a la polémica, Hirst supo encaramarse a la cima del estrellato artístico con “The Physical Impossibility Of Death In the Mind Of Someone Living” (Imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo), un enorme tiburón tigre en una vitrina llena de formol, la cual, en 10 millones de dólares, se consagró como la segunda obra más cara de un artista en vida (después de Jasper Johns),
En el ámbito nacional la más conocida exponente de esta corriente artística es Nicola Constantino y su “Savon de corps” un jabón de tocador hecho con los restos de su liposucción. Dos litros de grasa lipoaspirada que cumplieron su doble cometido estético / artístico.
Para quienes gusten del Morbo Post Mortem esta vez llevado al cine, dos recomendaciones:
“Escrito en el cuerpo” (The Pillow Book) Las obsesiones por el lenguaje y los cuerpos conjugadas en una obra maestra del Ingles Peter Greenaway
Y “Taxidermia” de György Pálfi. Una recorrida por tres generaciones de Húngaros en donde el cuerpo es literalmente consumado y consumido. Siempre mostrado a través de imágenes grotescas pero que no por ello pierden su sentido artístico.
El cuerpo material como herramienta, materia y materializador de representaciones plásticas es reflejado por esta serie de artistas excepcionales que, lejos de las convenciones establecidas, reniegan del viejo adagio del “ Polvo somos y en polvo nos convertiremos” .

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